miércoles, 28 de febrero de 2007
3 horas, 16 minutos y 30 segundos
se supone que soy un gran poeta y tengo sueño por la tarde,
sé que la muerte es un toro gigantesco dispuesto a embestirme
y tengo sueño por la tarde,
sé que hay guerras y hombres que pelean en el ring,
sé que hay buena comida, buenos vinos, buenas mujeres
y tengo sueño por la tarde,
me inclino hacia el sol tras una cortina amarilla
y me pregunto adónde habrán ido las moscas del verano,
recuerdo la muerte tan sangrienta de Hemingway
y tengo sueño por la tarde.
algún día no tendré sueño por la tarde,
algún día escribiré un poema que encenderá volcanes
en las colinas que están ahí fuera
pero ahora mismo tengo sueño por la tarde
y alguien me pregunta ¿qué hora es?
y yo contesto 3 horas 16 minutos y 30 segundos.
me siento muy culpable, me siento asqueroso, inútil, demente,
tengo sueño por las tardes,
están bombardeando iglesias, bien, eso está bien,
los niños montan en ponys en los parques, eso está bien,
las bibliotecas están llenas de miles de libros sabios,
hay música grandiosa encerrada dentro de la radio
y yo tengo sueño por la tarde,
tengo una tumba dentro de mí diciendo, bah,
deja que lo hagan los demás, déjales que ganen,
déjame dormir,
el ingenio está a oscuras barriendo la oscuridad como una escoba,
me voy a donde se han ido las moscas del verano,
intenten atraparme.
Charles Bukowski
jueves, 22 de febrero de 2007
Transmito para
Transmito para los ocupas de la noche.
Para los que se ocultan en el aguantadero de la lectura.
Transmito para no olvidar las insinuaciones pervertidas del karaoke cultural.
Mi machete epistemológico se encarga de sinsabores y penas.
Transmito para vivir otras vidas. Para conocer otros mundos.
Habito el lugar que me han dejado libre.
Rejuvenezco en los paisajes que todavía soy capaz de imaginar.
Transmito hacia los vértices de la inocencia.
Para los guerreros que avanzan como si la muerte no existiera.
Ellos y yo, por ahora, estamos a salvo del verdadero peligro: la domesticación.
Transmito para contar historias sin final a fantasmas atardecidos.
Transmito mil y una noches como un oficinista.
Remuevo la gloria y la vida narrando minúsculas historias atomizadas.
Mi palabra no es de antepasados, de coetáneos, de hombres del futuro.
Mi palabra es de la tierra de los desiertos.
Mi palabra morirá en su propia medida.
Transmito certezas, acertijos, fascinaciones y bellezas.
Me protejo con esas cosas.
Mi guarida me esconde de las ficciones cotidianas.
Tengo una sola ventana que da al mundo.
Martín Amaya
domingo, 18 de febrero de 2007
miércoles, 14 de febrero de 2007
Olvidé
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